Los videojuegos tienen un impacto social relevante y positivo, con un papel destacado en áreas como la educación, la cultura y la inclusión. En España, los 20,05 millones de videojugadores abarcan todas las edades, lo que refleja la diversidad y universalidad de su influencia. Es fundamental subrayar el esfuerzo de la industria en el despliegue de herramientas que fomentan un uso responsable. Destacan sistemas como PEGI, que proporciona clasificaciones por edad para ayudar a las familias a tomar decisiones informadas sobre los contenidos, y los Controles Parentales, que permiten gestionar el tiempo de juego, limitar el acceso a internet y proteger la privacidad de los más jóvenes. Estas medidas no solo ofrecen seguridad, sino que también promueven un consumo saludable y equilibrado.

Iniciativas como The Good Gamer refuerzan este enfoque, promoviendo valores positivos y colaborando con comunidades educativas, familias y administraciones públicas. Esta plataforma no solo fomenta el uso responsable, sino que también resalta el aporte de los videojuegos a la creatividad, el aprendizaje y la inclusión, mientras contribuyen al desarrollo tecnológico, cultural y educativo, generando empleo y creando entornos accesibles y seguros.

Los videojuegos no son solo entretenimiento: son una herramienta transformadora con el poder de inspirar y conectar a personas de todas las edades y contextos.